Validar a los estudiantes también es parte del currículo (IV entrega)

Un elemento muy importante para el ser humano es sentirse validado en las diferentes actividades que realiza. Parte de esta validación son los mensajes que enviamos y recibimos, ya sea verbal o gestualmente.

Como maestros, estos mensajes de validación o invalidación marcan y forman parte de la personalidad de los niños y jóvenes, afectando así la confianza en sí mismo para sus futuras actividades y decisiones, así como las que realizan a diario, determinando su rendimiento escolar de manera positiva o negativa.

Por este mes te ofrecemos un tema fascinante y transcendente: La comunicación y la validación.

Para terminar este tema, te compartimos otro elemento importante en la Comunicación y validación: el doble mensaje.

El lenguaje ambivalente no ofrece seguridad y afecta en la toma de decisiones de los estudiantes. Esto se debe a que no logran reconocer las consecuencias o identificar con claridad lo que se espera de ello. El doble mensaje crea distancia entre el que comunica y el que recibe la información. De esta manera, el estudiante se ubica en una posición complementaria (uno encima de otro) en donde no es capaz de responder por su voluntad. El lenguaje ambivalente es verbal, pero también físico.

EJEMPLO: El niño se va a jugar con sus amigos y le dice a la mamá que ya se va, la madre le responde: “Bueno mijo, anda a jugar, a mí me gusta ver que te diviertes… yo me quedo aquí solita y enferma esperándote, pero anda”. La sensación con la que se queda el niño es: “Mi mamá me ama porque me quiere ver feliz, pero soy un mal hijo por dejarla sola y si le pasa algo es mi culpa”. El resultado: INSEGURIDAD EN SUS DECISIONES Y EN LA RELACIÓN CON LA MADRE.

Debemos y podemos ser diferentes. Es necesario que nosotros identifiquemos en nuestros entornos cómo nos comunicamos, así se logrará hacerlo de manera natural, positiva y reconocedora.

Con esto terminamos este tema que espero les haya enganchado, pero, sobre todo, ¡que lo hayan aprovechado!

Cortesía: María Julia Dávalos, psicóloga Arteducarte.

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